Aníbal Gordiano, uno de los cuatro herreros de la aldea con 12 años de labor, ha aprendido a elaborar piezas funcionales como portones, barandas o flores artísticas para la pared.
Su trabajo es ordenado, tiene cada cosa en su lugar y llaman la atención las adaptaciones de herramientas que él mismo se ha ingeniado para hacer más fácil su trabajo.
La tijera adaptada para el corte de metal o la secadora para avivar el fuego y ver cómo se transforma un tosco fragmento de metal en una obra de arte es un total espectáculo.
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